viernes, 15 de junio de 2012

La extraña pareja

Ella, lleva un peinado imposible, una maraña borrosa de pelo negruzco, sin brillo, levantado torpemente, dejando ver una calva por encima de la nuca. La cara, blanca, como la de una muerta, rígida. Sus ojos, enmarcados en una gruesa línea negra, borrosa, de pintura aplicada con dedos temblorosos. Los labios desdibujados con un violento rojo emborronado, escapándose de las comisuras ajadas. Hoy, se ha puesto un vestido a juego con su boca, de falda cortísima, dejando ver unas rodillas deformadas, lechosas, torcidas. Apoya sus piernas maltrechas en unos viejos zapatos de tacón grueso. Camina con dificultad ayudada por un hombre delgado de buen ver, aseado, peinado. Con un exquisito cuidado su brazo la conduce en cada paso temiendo que en un momento de debilidad ella caiga y se rompa. La ayuda a subir al autobús, la acomoda en el mejor asiento, le pregunta si está bien. Ella, ajena a todo lo que le rodea emite en voz baja palabras sin sentido; él no mira nada, sólo a ella, sordos los dos a las risas que oímos en el autobús.




Miserias humanas
litografía de Paul Gauguin
1889