sábado, 19 de octubre de 2013

El pan de cada día


 Veo su carita redonda, enmarcada en un marco de plata, vestida la cabeza con un gorrito de cristianar blanco cremoso; tiene unos mofletes rosados, gordísimos, como si alguien los hubiese inflado; los labios, rojo cereza; en medio, dos ojos oscuros parecidos a dos aceitunas negras, brillantes, rompiendo la blancura extrema de su piel. Comentó un día su abuela, contemplado la foto que la niña parecía un bollo recién hecho, tierno, apetecible, que le hubiera gustado comérsela. Cuando murió la bisabuela, la más anciana de la familia, la niña preguntó a su madre dónde iba la gente que moría, ella contestó que al cielo. La niña, preocupada, llorosa, le dice: ¿Y en el cielo se come? La pequeña oronda y tragona sentía una especial relación con la comida. Siendo ya adolescente, en el supermercado observaba siempre si había alguna demostración de algún alimento. Allí donde veía una azafata con una bandejita ella apresuraba el paso para probar y saborear lo que ofrecía gratuitamente. Debió sufrir muchísimo por sus ansias de comer de todo, pues la moda ensalzaba a mujeres esqueléticas. A veces, la descubrieron robando a escondidas chorizo o salchichón, entonces cerraba los párpados, se hacía la tonta, apartaba la manos con rapidez como si así estuviera a salvo de su pecado.
Tuvo suerte con su primer novio, buen mozo, de familia propietaria de una fábrica de tartas, pasteles, bollos de todo tipo. En el obrador observaba embelesada el proceso de fabricación. Cuando la relación se rompió ella añoraba sus tartas más que otras dulzuras.
 Decidió un día dedicarse a lo que realmente le gustaba. Contó a todo el mundo que quería hacerse panadera. Soñaba con harinas de distinta textura y sabor, rodillos, mostradores limpísimos, donde sus manos moldearían amorosamente esas masas a las que era tan aficionada. En esto se piensa que ha salido a su abuela que siempre comenta cuando se sienta a la mesa que ella no podría vivir sin pan.
 
Naturaleza muerta con pan
Vincent van Gogh
óleo sobre lienzo