No paran de emitir sonidos extraños, el caso es que si escuchas con máxima atención, se intuye toda una conversación plagada de matices diferentes. Llevan ya varios días apostadas en la cubierta de Carrefour planet, como si el nombre les hubiera dado una pista para posarse en el techo repleto de aparatos de aire acondicionado y, de paso, beber el agua que destilan. Parecen ir hacia el oeste, no lo sabemos. El año pasado las vimos por estas mismas fechas. El vencidario anda revolucionado, el vencejo, algún ave rapaz, la salamanquesa silenciosa, la araña, las hormigas, los perros de los tejados y balcones, los gatos de la calle, la alondra persistente; sonidos nuevos, aleteos desconocidos. Han vuelto las turistas intrusas para romper un poco la aburrida monotonía, dar un poco de vidilla a este barrio a veces tan soso, para acallar el desagradable sonido de los coches.
A esta hora, cuando se ha escondido el sol, han enmudecido, pliegan sus alas y advierto que no hay una sola gaviota en el cielo. Se ha hecho el silencio.
A esta hora, cuando se ha escondido el sol, han enmudecido, pliegan sus alas y advierto que no hay una sola gaviota en el cielo. Se ha hecho el silencio.