sábado, 24 de mayo de 2014

Atadura


Y ahora que los alfileres dorados empiezan a oxidarse y el tul puro amarillea, huye con los pies descalzos, la cabeza fría, el corazón encogido, rompiendo el bastidor que le apretaba la carne hacia montañas más altas  donde desplegar sus alas maltrechas, ensangrentadas, buscando en el cielo la libertad perdida.

 
 
 
Aracné
 
obra  de Carmen Sicre
 

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