Y ahora que los alfileres dorados empiezan a oxidarse y el
tul puro amarillea, huye con los pies descalzos, la cabeza fría, el corazón
encogido, rompiendo el bastidor que le apretaba la carne hacia montañas más
altas donde desplegar sus alas
maltrechas, ensangrentadas, buscando en el cielo la libertad perdida.
Aracné
obra de Carmen Sicre
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