Alberto Burri
Tras la puerta de la cocina colgó la bolsa negra, ya usada, convirtiéndose ésta en recipiente improvisado para cartones de leche, anillas de latas de cerveza, envases de embutidos pringosos, bandejas blancas y de otros colores de un material llamado porexpan, envolturas de verduras irradiadas, latas de refresco, envases de líquido de lentillas. En unos pocos días casi revienta.Ojalá su dueña se acuerde y la baje al contenedor amarillo.
Un día de intenso calor, dándole el sol mañanero en plena panza, notó como sus entrañas se derretían tornándose una masa pegajosa en movimiento; adhiriéndose a todo lo que encontraba a su paso, convertia los diferentes objetos con los que se topaba en un todo viscoso.
Cuando abrió la puerta algo le impedía seguir adelante, esa masa que se retorcía le atrapó de tal forma que no podía moverse.
4 comentarios:
Así terminaremos atrapados todos en el planeta.
Un abrazo
Plásticos,vidrios,papel,procuro
llevar todo a los contenedores de
reciclaje.Pero¿realmente los reciclan?.Abrazo Alberto.
¡Madre mía, Bambú...!
Ya no sé si la panza fundida es la de la dueña, o de la bolsa de basura sólo...
Me encantó.
Un besazo
Querida Mega,gracias por tu comentario.La panza que imaginé es la de la misma bolsa;en realidad existe y está en mi cocina.Abrazo.
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