blanco
Jorge Bayo
óleo sobre lienzo
Ayer el viento estuvo particularmente pesado, tanto que arrastró a un gorrión joven al capó del coche plateado. Exhausto, apenas se movió cuando una mano hueca para no dañarlo, lo rescató de esa parrilla metálica, para posarlo en la tierra. Indiferente, quedó quieto a pleno sol. La misma mano lo recogió de nuevo, para ofrecérselo a otra de más experiencia sabedora del misterio que alimenta la vida.
2 comentarios:
Es una escena muy sugerente, tanto como el óleo. En Cádiz, donde estoy, el viento de levante es violento, y pinta escenas más áridas. Un saludo.
Hola José Miguel,gracias por leer
este pequeño apunte,te diré que a la semana pregunté por el pájaro a mi madre y me contó que lo puso en el jardín con unas migas de pan; tras su recuperación volvió a volar.Abrazo.
Publicar un comentario