La foto es de Indalecio
Palenzuela
Avanzaban rápidos hacia la protectora y dulce Posidonia de insinuantes movimientos y refugios secretos; aquel día el mar estaba tranquilo con una claridad absoluta en sus entrañas. El sol no se atrevió a quemar la planta que en su placidez se convirtió en cobijo de tantos seres y testigo de la supervivencia de aquel espacio depositario de tantas vivencias. Así, el astro descendió varios grados en un acto de compasión hacia la vida mientras el ladrón de imágenes quedó atrapado por la belleza de lo inabarcable.
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