Hace muchos años recibió el primer ramo. La novia, cabezona y saltándose el protocolo al uso se empeñó en unirse a su amado. Se lo entregó. Ella lo recibió con lágrimas contenidas, atrapadas en un nudo interior fastidioso e insistente.
El segundo, de rosas color marfil, adornadas con diminutas flores rojas, blancas, moradas, hojas verdes, lacitos de rafia y papel lila, hecho con amor, paciencia y creatividad, se lo dio la mujer fuerte que emocionada dejó escapar unas palabras de cariño; algo extraño, pues no era muy dada a efusiones de este tipo; en ese momento , volvió a notar la punzada, la voz no salía y el discurso preparado en una hoja de papel arrugado quedó donde estaba. Solo se le ocurrió gritar un ¡os quiero ! desesperado a todos los comensales.
Después, notó que el nudo, asustado, había desaparecido momentáneamente, demasiado grito para tanta atadura.
4 comentarios:
Se me ha puesto un nudo en la garganta. En serio.
Nos sé si lo dices en broma o no,porque estas cosas cuando las escribes pueden sonar a algo cursi.No lloremos por descubrir el cariño de la gente.En fin.
Abrazo.
Pues no sé si reír o llorar, porque mi lectura es doble y malintencionada. Debe ser el calor, que me hace ver que se desligan ataduras donde quizá se atan con más fuerza.
Un beso y gracias por estos micros tan sugerentes.
Isabel,los ramos puedn ser un buen obsequio,según de donde vengan; en este caso,si que pueden ser una atadura fatal pero por las emociones que a veces nos martirizan.Beso.
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