¡Qué abandono! Ya no mancha el barro mi suela y mi empeine. Me apoyo en el rincón para no caerme, en el hueco profundo de la piedra firme calentada por el sol de todo el día. Pasa nuestra vida lejos del agua salada, del suelo de la barca o del rocío del césped, quietas, sin ruido de pisadas, sin el eco del mar ni la opresión del ser que se adentra en nosotras. Tan dañino, a veces.
4 comentarios:
Tus textos me sugieren siempre sensaciones curiosas que no sabria explicar bien.....pero que me gustan
besos
Gracias Juanjo.Abrazo.
Esas botas encogidas dicen justo lo que tus palabras expresan. Me ha gustado mucho.
Otro beso
Gemma, pues gracias de nuevo;una comida en casa de Lola,lo pasamos genial,dió para mucho.Abrazo fuerte.
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