Por la mañana, como todos los días, interrumpía su paseo
para detenerse en el escaparate donde se mostraban todo tipo de artículos
de peluquería. Allí descubrió el pequeño peine de marfil; se detenía unos minutos,
admiraba la perfección y delicadeza del protagonista absoluto tras el cristal.
Rodeado de objetos extraños, casi todos de metal, feos, impersonales. Continuó, arrastrando los pies,
despacio. En su aturdida cabeza, una imagen fugaz, él, peinando el cabello, lentamente, con amoroso cuidado, a
una mujer de la que no recordaba absolutamente nada.
Alfombra del recuerdo
1910
Paul klee
Kunstmuseum, Berna
2 comentarios:
¡ MARAVILLOSO!..., YA ECHABA DE MENOS UNO DE ESTOS ESCRITOS TUYOS, QUIERO MÁS.
Gracias Lola. Muchos besos.
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