1930, óleo sobre tela
Marc Chagall
Museo Nacional de Arte Moderno
Centro Georges Pompidou
París
De paso ligero, subía por el monte con una agilidad asombrosa a pesar de su edad; parca en palabras y gritos, conocedora de las hierbas mágicas, cordial, amable, conciliadora, valiente . El toro las miró a ella y a su hijo, interrumpiendo su paseo, se quedó quieta, se miraron; milagrosamente éste se giró desapareciendo .
La enfermedad se llevó a su marido y a su hijo. Sola, vivía sin una queja, sin un llanto compartidos.
En la apatía de la tardes de verano, allí estaba siempre, dando un toque amable y tranquilo a los juegos, gritos y travesuras de los niños.
Se fue un día, en silencio, como siempre.
1 comentario:
A veces pienso que el silencio es deseable, e incluso una buena forma de comunicarse.Hay demasiadas voces infiltradas en la memoria.
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