George Innes
1878, óleo sobre lienzo
sobre cartón
Museo Thyssen
Bornemisza
Observo que los árboles se han vestido de verde ennegrecido y tras ellos, una luz dorada tenue pero intensa, les acoge envolviéndolos en un pañuelo misterioso que viene del este. Se han convertido en sombras chinescas con sonido de pájaros, silenciando el ruido de los coches y del camión tardío de la basura. Un toque mágico se desliza por el lateral de la avenida sorprendiendo al barrendero y a tempranos caminantes. No hay entradas para este espectáculo, es gratis.
4 comentarios:
Si nos abstraemos de algunos aspectos de la realidad,ésta se convierte en un sueño, muy agradable en este caso,... claro..que también hay que saber mirar.Besos.
Estos buenos momentos que me regala el cielo hacen que el día a día sea más llevadero. Abrazos Sigmita.
Los espectáculos de la naturaleza siempre lo son. (¡Menos mal!)
A estas horas de la noche sólo podemos conformarnos con tu descripción tan sugerente. Habrá que buscar mañana consuelo en el reflejo real.
Besazo
Es un bello cuadro, y tu descripción de ese crepúsculo lo acompaña a las mil maravillas.
Un beso, Bambú.
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