Franz Xaver Kosler
óleo sobre lienzo

Un óvalo redondo, como una luna enmarcado por un pañuelo, ojos con línea de khôl, de brillo alegre, un vestido largo de bordados casi de oro. Sola, de madrugada, mientras su hombre descansa. No sabía que el edén era esto, de mañanas húmedas, lluviosas o polvorientas según sople el caprichoso viento, siempre encorvada, la mirada baja, esquiva, ofreciendo su perenne sumisión. Hoy alguien notó su presencia, le regaló una sonrisa cálida en el madrugador autobús y un buenos días que por primera vez oye en un país extranjero.