Me asomo. Veo el cielo dorado con una sombra de tiniebla; pero allí, está el sol orgulloso, resistiéndose a morir. Día tras día, sale de nuevo para animarme a jugar al escondite, siempre insistente, tozudo, pesado; yo, me acerco a la ventana, lo descubro, vuelve a esconderse para que lo busque de nuevo.
2 comentarios:
De él debemos aprender siempre: ocultarnos para volver a emerger, caer para volver a levantarnos.
La foto es preciosa.
Un abrazo.
Gracias isabel,pretendí mandar un mensaje a una persona que hoy ya no está,en fin...Abrazo.
Publicar un comentario