miércoles, 9 de diciembre de 2009

Liberación



De pronto notó que estaba raro, como si hubiera adelgazado. Le miró y vio que incluso el pelo parecía más blanco. Corría feliz por el pasillo, como más suelto. Algo le ocurría a aquel gato. Por fin descubrió que le faltaba el collar rojo. Seguramente se habría enganchado en algo en algún momento de sus rondas silenciosas, librándose del horrible olor a insecticida. Ahora parecía más gato, más salvaje, en realidad era otro. Rondaba ya los quince, algo que en un humano sería la vejez total. Quizá intuyendo su final decidió hacer un acto de rebeldía e insistentemente restregó su cabeza contra algún objeto hasta que el odioso collar se deslizó fuera de su cuello. Ahora estaba preparado para irse.

2 comentarios:

sigma dijo...

Cómo admiro a ese gato!.Buena disposición final, así, sin más.
Un beso.

bambu222 dijo...

Sigma,por mi experiencia con mi gato,que ha sufrido algún percance sin quejarse creo que ellos están más preparados para lo que venga,
la que no está preparada soy yo,espero que viva un poco más.Besos.