lunes, 29 de octubre de 2012

De nuevo el agua


Nos sorprendió la lluvia. La luz se volvió más grisácea como si intercambiara el gris del asfalto con su resplandor tan blanco; así, éste se convirtió en el espejo donde se miraban de reojo los madrugadores,  sus pisadas se desdoblaban,  sus sombras se hacían más estilizadas. El gato que maullaba como un bebé ha desaparecido. Puede ser que alguien lo haya acogido en su regazo y no tenga ya que acercarse a la farola para recibir calor ni despertar las conciencias por un abandono tan evidente.
Se ha refrescado la losa roja de la terraza. Se limpió el polvo africano. Las flores parecen agradecer la delicadeza con que cae el agua y tiemblan sin pudor. Sobre el muro, sacude las alas el pájaro ocupa.
El mar, a lo lejos, tiene ya el color del frío contrastando con el  matiz rojizo de algún edificio que nos recuerda a las casas africanas.
Esta lluvia tan esperada empieza a llevarse la melancolía.







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