Giotto
El nacimiento de Jesús
1302 a 1305
fresco
Padua
miércoles, 25 de diciembre de 2013
viernes, 29 de noviembre de 2013
Centrados
El círculo situado en el centro atrae de manera especial a
todos. Desde más arriba observo pequeñas figuras perdidas. Siempre posan sus
pies en el mismo sitio. Como si de un imán se tratase parece dispuesto a
engullirlas, pero no es así, pues asombradas por lo que contemplan huyen
rápidamente hacia otros rincones menos bellos donde no se les revuelva el alma
con tanta perfección, que la belleza puede desarmarlos del todo, quedando su
cuerpo desvalido y vulnerable.
lunes, 18 de noviembre de 2013
Lentitud
Me deslizo tan despacio que no sé si avanzaré un palmo
en este día soleado de otoño. Hoy he visto seres despistados mirando hacia
arriba. Sobre todo les atraía la altura de tantos cristales juntos apuntando al
cielo. Uno de ellos me ha descubierto. Temo que en un arranque de furia me estruje,
me destruya, o sin querer me roce con su manga hasta caer al suelo. Nunca pensé
que un ser tan pequeño como yo llamara la atención de ese círculo que todo lo
ve. Puede que sea Dios. Creo que no. Ha
hecho demasiado ruido. Un clic me ha desconcertado, casi me caigo, pero no, aquí sigo manteniendo
el equilibrio, pegado al óxido, avanzando.
sábado, 19 de octubre de 2013
El pan de cada día
Tuvo suerte con su primer novio, buen mozo, de familia propietaria de una fábrica de tartas, pasteles, bollos de todo tipo. En el obrador observaba embelesada el proceso de fabricación. Cuando la relación se rompió ella añoraba sus tartas más que otras dulzuras.
Decidió un día dedicarse a lo que realmente le gustaba. Contó a todo el mundo que quería hacerse panadera. Soñaba con harinas de distinta textura y sabor, rodillos, mostradores limpísimos, donde sus manos moldearían amorosamente esas masas a las que era tan aficionada. En esto se piensa que ha salido a su abuela que siempre comenta cuando se sienta a la mesa que ella no podría vivir sin pan.
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Naturaleza muerta con pan Vincent van Gogh óleo sobre lienzo |
lunes, 23 de septiembre de 2013
Almas gemelas
Aquel tipo de traje negro mira al frente, sus ojos se
iluminan. A lo lejos, ve a un hombre de mediana edad vestido de rojo, pasea con
tranquilidad, admira el mar. Esta tarde el paseo marítimo está casi desierto;
una mujer mayor se deja pasear por su perro; otra, hace fotos del atardecer con
una pequeña cámara; hay una familia rompiendo el apacible silencio, los niños
no paran de chillar, correr, los padres gritan en vano que acudan junto a
ellos; un anciano cogido con fuerza a unas andaderas da pequeños pasitos, despacio, parece una estatua, apenas se mueve.
El hombre trajeado
avanza ahora más rápido, casi tropieza con el otro, se acerca tanto que le roza;
con una mirada amenazante que no parece de este mundo abre los labios dejando
escapar una voz cavernosa que exige una
limosna, con su mano temblorosa exhibe
la tarjeta sanitaria de salud mental que certifica su locura; sin inmutarse, el
paseante le mira, saca de la cartera otra tarjeta y acercándosela para que la
vea bien le dice: “ No voy a darte nada,
además, yo tengo otra como esa”.El rostro del señor del traje enrojece, se aleja cabizbajo, avergonzado.
lunes, 24 de junio de 2013
El cielo de San Juan
Ayer, una luna espléndida, rechoncha, amarilla, se resistía
a alejarse de aquel tejado al que sólo le faltaba un gato contemplándola. Un
poco impresionados por esa visión tan sugerente bajamos el tono de voz antes de
que ella abandonara el traje dorado que lucía; parecía querer celebrar la noche
de San Juan, acercarse más a la playa cuajada de hogueras, lucir toda su
hermosura antes de que una luz blanca la inundara haciéndola más pequeña e
inaccesible. En vano, de nuevo miramos por si ella seguía allí vestida como antes,
pero no, ahora estaba mucho más lejos, alejada ya del humo, del susurro de voces lejanas. Luego, asombrados intentábamos descifrar que eran
aquellas lucecitas tenues que se desplazaban con lentitud por el cielo,
haciendo un guiño luminoso, continuo. Alguien
comentó que podrían ser farolillos chinos. Se
cuenta que llevan un deseo escrito en su interior, se elevan con una
pequeña llama, surcan el cielo con delicadeza para ir a morir cuando ésta se apaga, en cualquier sitio.
No se rompió aquella calma cuando empezaron los fuegos
artificiales, más lentos, más silenciosos que otros años, como si todos se
hubieran puesto de acuerdo para no
molestar, ni interrumpir esa languidez contagiosa que por unas horas se adueñó de la ciudad y de todos sus
habitantes.
Salida de la luna sobre el mar
óleo sobre lienzo
1821
Caspar David Friedrich
jueves, 23 de mayo de 2013
Llamaradas
Se despertó por el
olor a tostada quemada, a plástico chamuscado. Miró por la ventana. El humo salía de la casa del vecino ausente. Alertado
y miedoso avisó a los bomberos, a todos
los vecinos, a la agente que había alquilado el piso ahora vacío. Llegó
vestida con una faldita corta de color verde con volantes, un escote demasiado
generoso que dejaba asomar carne
sobrante, resistente a quedar aprisionada en esa tela rojo chillón de la camiseta. Brazos gordísimos, muslos
rellenos, tacones muy altos. Demasiado atrevida para su edad. Los
labios, gordos, desproporcionados, operados, pintados de rosa chicle brillante; los ojos enmarcados por
líneas negrísimas que endurecían su mirada. Ella, seguida por todos, caminaba segura de sí
misma, moviendo su pelo rubio de bote al
ritmo del balanceo de sus caderas. Bajaron por la escalera hasta acceder al portal.
En la calle, un hermoso grupo de bomberos esperaba órdenes,
ya habían subido la manguera y puesto a funcionar un ventilador para extraer el
humo. Él los miró. Sonriendo, todos miraron al mismo punto.La agente pasó cautelosamente junto a la salida de aire; la falda, levantada hasta el cuello, dejó al descubierto unas bragas blancas, grandes, estampadas con lunares de todos los colores; la prenda oprimía el enorme culo dando mayor magnitud a sus piernas convertidas ahora en pilares, manteniéndola en pie milagrosamente.
Orgullosa de su físico, sacó pecho, parecía más alta cuando todos los ojos posados en ella la convirtieron en protagonista de aquel pequeño incendio.
Fuego en el corazón
Janet Ponce
acuarela sobre papel
lunes, 6 de mayo de 2013
Kjell Pahr Iversen en el Museo de Almería
¿Qué es el ser ante el color del mundo?
El color del mundo es mayor que el sentimiento del hombre.
¿Yo he nacido para sentir y expresar el color del mundo?
Me tachan del color del mundo. Pues, ¿qué es el mundo más
que color (luz y color, color y sombra, sombra y color)?
Cuando yo digo color, digo espíritu.
Ante el color del mundo desaparezca todo lo demás.
Color del mundo y silencio.
"El color del mundo"
de las prosas de La colina de los chopos
viernes, 5 de abril de 2013
Desde el balcón en Laujar
Su grandeza quedó
oculta tras las ramas desnudas. Se oía el canto extraño de un pájaro
desconocido, invisible a sus ojos. Ya tiraron sus hojas esos árboles que
seguramente en primavera renacerían milagrosamente; mientras tanto, su altura
los convertía en dueños de aquel paisaje vestido todavía de invierno, aunque
las delicadas gardenias se mostraban
casi lujuriosas por su color rojo, su sencillez provocativa a pesar de su poca altura
casi rozando el suelo. La nieve, lejos, muestra otro misterio, el del silencio absoluto,
cercano a la muerte, suavizado por un ligero resplandor blanquísimo, azulado,
frío.
Contempló esa tarde la última exhibición de aquellas
nubes suaves y algodonosas. Respiró un
aire tan puro, tan ajeno a su rutina que no sabía si su pecho podría soportarlo. Cerró los ojos. Ahora entendía
porque los viejos eran tan felices en aquel lugar que rozaba el cielo, hoy,
ocupado por una luna rechoncha, atrevida, desafiante ante el azul salpicado de
estrellas, aquellas que en la ciudad nunca se mostraban.
miércoles, 13 de marzo de 2013
Federico Castellón en el CAMA
Todo camino que conduce a la perfección es acertado, y cada artista no debe ir más que por uno de esos caminos, el suyo propio. Debe ser creador y maestro de su propio arcano.
Stefan Zweig
martes, 19 de febrero de 2013
Una dama fastidiosa
Hoy una niebla bajísima cubre los edificios, la raya del mar ha desaparecido, todo está envuelto con un velo de misterio; las almas dormidas se resisten a levantarse, tal es el estado melancólico que como una epidemia ha traído la sigilosa dama a la ciudad.
María nota como sus músculos se resisten a despertar, apenas puede moverse, necesita el agua tibia que la espabile mientras la nube implacable cubre totalmente su terraza desdibujando el contorno de las hojas, de las flores, del ala del pájaro que se refugia en los huecos de la fachada, tampoco se atreve a salir la lagartija adicta al sol; sólo las luces borrosas de los coches ponen un punto de luz sobre el asfalto humedecido; y ella, estirándose despacio en la cama empieza a pensar si no se estará muriendo, que esa humedad cruel no deja de fastidiarla, que marzo debería adelantarse porque la primavera siempre la salvó de caer dentro de un túnel de desesperanza.
María nota como sus músculos se resisten a despertar, apenas puede moverse, necesita el agua tibia que la espabile mientras la nube implacable cubre totalmente su terraza desdibujando el contorno de las hojas, de las flores, del ala del pájaro que se refugia en los huecos de la fachada, tampoco se atreve a salir la lagartija adicta al sol; sólo las luces borrosas de los coches ponen un punto de luz sobre el asfalto humedecido; y ella, estirándose despacio en la cama empieza a pensar si no se estará muriendo, que esa humedad cruel no deja de fastidiarla, que marzo debería adelantarse porque la primavera siempre la salvó de caer dentro de un túnel de desesperanza.
Niebla
Ana Peters
1998
óleo sobre lienzo
jueves, 31 de enero de 2013
Lectura
Su voz grave, tan masculina, contrastaba con las dulces
palabras escritas por aquella mujer que una noche le llamó pirata; hacía
pausas donde debía hacerlas envolviendo las palabras como si estuviera preparando
un delicado regalo.
Era el momento preciso y perfecto para empezar a leer aquel
libro abierto en un atardecer repleto de rojos con el mar en calma.El hombre leía como a ella le gustaría hacerlo, sin prisa, respirando correctamente, embelesado por el hermoso lenguaje.
Ahora sintió que él ya no le pertenecía así que en un arranque de celos le arrebató el libro de las manos para seguir ella con una lectura torpe, fea, sin sentimiento.
Su rostro avergonzado enrojeció diluyéndose entre los colores del sol moribundo de aquella tarde de enero.
domingo, 6 de enero de 2013
En el mundo del Año Nuevo, un poema de Je Chun Park

En alguna parte del mundo donde vivimos
alguien siembra el polvo para verlo florecer
pulimenta el ladrillo para hacer una aguja, limpia el sol
para convertirlo en un espejo, escarba en las tinieblas
buscando un traje nuevo para el corazón
En alguna parte del mundo donde vivimos,
alguien encarga, también hoy, a las aves que trasmitan las
palabras del cielo
y encarga, además , a las hierbas que expresen las palabras
de la tierra.
En alguna parte del mundo donde vivimos,
alguien dice, también hoy, que la luna es la luna, que el
ciervo es el ciervo;
busca las estrellas escondidas fuera del cielo, las islas
acurrucadas dentro de la sangre
y cuenta adecuadamente los seres vivos que aparecen y los
que desaparecen.
En alguna parte del mundo donde vivimos
alguien observa, también hoy,
cómo cambiamos nuestros rostros cada día,
poniéndonos, a veces, cuatro
ojos o seis orejas o diez
lenguas.
En alguna parte del mundo donde vivimos,
alguien vigila, también hoy, las esquinas
de los países del infierno, de los demonios, de los diablos
y las bestias
e ilumina con total claridad el camino por donde vamos
corriendo hacia esas regiones.
En alguna parte del mundo donde vivimos,
alguien espera, también hoy,
que los hombres vivan como hombres de bien en el Año
Nuevo
y ruega en voz alta que lo acojan como un año nuevo.
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