domingo, 22 de febrero de 2009

Chott El Jerid. Túnez.









La sal y el silencio absoluto, sobrecogedor, en el torpe camino trazado de Chott el Jerid, se mezclaban con dosis de amor, aventura, curiosidad y el deseo de descubrimiento de lo inabarcable. Más vulnerables, en el viejo autobús de asientos desgastados, silencio.
La nada aparente, el vacío. El corazón encogido por la sensación de pequeñez y soledad en un lugar casi perdido.



















2 comentarios:

Gemma dijo...

Prosa poética de resonancias luminosas. (Y de silencio obligado...)

Beso

bambu222 dijo...

Hola Mega, he estado pocas veces en el desierto, pero ha sido siempre una experiencia que me ha impresionado. Abrazo silencioso.